Josefina 46

CADA CINCO DE ENERO...

Noche de Reyes Magos,

de mi niñez benditos años,

años que quedaron lejanos

pero nunca olvidados.

 

Meses antes de esa noche

venía mentalmente anotando

un montón de grandes ilusiones

que los días fueron forjando.

 

Y con papel y pluma preparados

iba yo de letras una carta llenando

para Melchor, Gaspar y Baltasar,

mis tres queridos reyes Magos.

 

¡Quiero una cocinita para guisar,

un lindo bebé negrito de barró,

una muñeca que pueda hablar

y unos preciosos patines de oro!

 

¡También una alfombra voladora

que me suba con papá muy alto,

y para el colegio cartera y pinturas

una regla nueva y un plumier barato!

 

...¡Y como he sido buena y obediente,

en el pueblo dejarme algún juguete

aunque sea pequeño, igual o diferente

os lo agradeceré eternamente!

 

Y seguía anotando mis tiernas emociones

expresando mis infantiles pretensiones

con muchos dibujos y rojos corazones,

mientras escuchaba decir a mis padres:

¡No te pases niña mía! que son pobres.

 

Y aquella noche plena de emociones

me acostaba temprano y sin poder dormir

mirando impaciente a través de los cristales

por si llegaban cargados sus Majestades.

 

Y los veía llegar con sus bellos trajes

y sus doradas coronas de diamantes,

sus largas capas de seda tan elegantes

con rubíes, zafiros y brillantes.

 

Y al despertar el día siguiente

corría alocada al balcón en pijama,

descalza, gritando y torpemente

sin temer al frío de la mañana.

 

Ahora escribiendo del alma estos versos

me emociona recordar los bellos momentos

de una noche de Reyes lejana en el tiempo...

Y cuando brille la luna cada cinco de Enero

soñaré que me traen al amor primero.

 

Fina