Noche de Reyes Magos,
de mi niñez benditos años,
años que quedaron lejanos
pero nunca olvidados.
Meses antes de esa noche
venía mentalmente anotando
un montón de grandes ilusiones
que los días fueron forjando.
Y con papel y pluma preparados
iba yo de letras una carta llenando
para Melchor, Gaspar y Baltasar,
mis tres queridos reyes Magos.
¡Quiero una cocinita para guisar,
un lindo bebé negrito de barró,
una muñeca que pueda hablar
y unos preciosos patines de oro!
¡También una alfombra voladora
que me suba con papá muy alto,
y para el colegio cartera y pinturas
una regla nueva y un plumier barato!
...¡Y como he sido buena y obediente,
en el pueblo dejarme algún juguete
aunque sea pequeño, igual o diferente
os lo agradeceré eternamente!
Y seguía anotando mis tiernas emociones
expresando mis infantiles pretensiones
con muchos dibujos y rojos corazones,
mientras escuchaba decir a mis padres:
¡No te pases niña mía! que son pobres.
Y aquella noche plena de emociones
me acostaba temprano y sin poder dormir
mirando impaciente a través de los cristales
por si llegaban cargados sus Majestades.
Y los veía llegar con sus bellos trajes
y sus doradas coronas de diamantes,
sus largas capas de seda tan elegantes
con rubíes, zafiros y brillantes.
Y al despertar el día siguiente
corría alocada al balcón en pijama,
descalza, gritando y torpemente
sin temer al frío de la mañana.
Ahora escribiendo del alma estos versos
me emociona recordar los bellos momentos
de una noche de Reyes lejana en el tiempo...
Y cuando brille la luna cada cinco de Enero
soñaré que me traen al amor primero.
Fina