A veces la nostalgia me puede
y entre memorias inocentes camino,
otra vez para recordar ese lugar
al que algunas veces regreso
para reflexionar en que todos
una vez deseamos ser eternos
jugamos con el lodo sin tener precaución
saltamos al vacío sin ningún temor.
Comimos chile sin pensar
en el picante o la variedad.
Alguna vez la vainilla y el chocolate
fueron toda una novedad.
El café con leche y pan
fue un sinónimo de felicidad.
Alguna vez dormirnos abrazados
a alguien que nos amaba
sin poner una sola condición
fue algo tan cotidiano,
y pudimos jugar con una bola
aunque fuera hecha de calcetas viejas,
construir aviones y barcos
hechos de papeles reciclados,
y sentirnos los dueños de un mundo
hermoso y sin ápice de maldad
mientras jugamos y brincamos,
con quienes eran nuestros semejantes.
Alguna vez tuvimos la sensación maravillosa
de leer nuestra primera historia por cuenta propia,
aprendimos a que la lectura era una gran amiga,
y recorrimos el mundo entero sin siquiera salir de casa.
Corrimos desnudos por la casa sin el menor prejuicio
mojando todo a nuestro paso porque no teníamos pañal,
vivimos sin temer a la gente, sin tener que defendernos
y cuando nos enojamos con alguien no duró demasiado
porque a los niños les importa más la felicidad
que el odio estúpido o el orgullo fatal.
Alguna vez estuvimos tan contentos con ser quien éramos
sin complejos, sin ver en el espejo algo más
que nuestras muecas, piruetas y crecimiento
y todo fue tan sencillo como perdonar, olvidar
volver a ser amigos y jugar juntos otra vez.
Alguna vez fuimos parte del cielo,
alguna vez fuimos niños.
Mis Sentimientos