Nos trae la noche
río de sueños,
quema el abrazo,
fuego de ilusión.
Eres jilguero,
yo soy alondra,
tan diferentes. . .
Y vibra la unión,
como el latido
del campanario,
cuya armonía
refleja pasión.
Empalidecen
hasta las sombras,
nuestro destello
las debilitó.
Cómplice el mundo
ya se detiene,
giramos juntos
con explendor. . .
Y cuando llega
la madrugada,
tras desgastarnos
la piel y la voz,
nos arrullamos. . .
Con privilegio
de enamorados. . .
Un canto de amor.
Autor: Graciela Beatriz Traverso.