Aquí, arraigado a la realiadad, imposibilito mi ensoñación...
Las prendas celestiales siguen cubriendo la vergüenza que describe mi silueta, y no sé si prefiero flotar alrededor de esta fugaz autopista o sólo recostarme en el pavimento de falsa oscuridad que sorbe nuestra sed.
Y esta es la vez en que las rocas esconden tu sombra y una daga camina a tus pies; esta es la vez en que sepulto mi sonrisa en tu rebozo para mostrar el cáncer que inunda a la Nación del miedo...
Y dejaremos de construír muros de soledad para hundirnos en construcciones subterráneas de demencia..., y dejaremos de ser árbol para ser hierro, dejaremos de ser todo para ser cielo...
Sí, aquí, arraigados nos tienen; sepultados nos tenemos. Libertad no necesitamos.