Padre nuestro que desde el universo nos observa,
dame cada día el pan de sus labios y dale a ella mis manos para siempre.
Perdona nuestra ofensa y perdona a todos los que ofenden al no dejarse convertir en sujetos de amor.
Perdona a nuestros vecinos, por ser la guía de nuestras acciones sus palabras.
Te imploro que no nos dejes caer en la tentación,
a mi en la gloriosa tentación de su risa
y a ella en la calurosa tentación de mi abrazo,
aunque ambos sepamos que cayendo en esa tentación,
estaríamos al fin dispuestos a librarnos de todo mal.
Amen.