“A ser frío como es la noche junto al río…
A apagar con mis ojos el brío de sus enojos…
A no correr a sus brazos, a renunciar a sus abrazos…
A vivir sin sus besos, a no cosechar mas sus cerezos
A callarme a no reprocharme que deba otra vez enamorarme…
A renunciar a sus caricias, que alguna vez fueron delicias…
A guardar en silencio mi amor inmenso, a no decirle que sin ella no pienso…”