Encamino mis pasos hacia dulce morada
dejando mis cargas a la orilla del camino,
mis pies percibo ligeros y mi alma aliviada
para ser libre y feliz en mi nuevo destino.
No estés triste, ni en desconsuelo por mí, no me he ido,
tan solo estoy en otra dimensión albergado;
mira, no estoy desnudo, de tu amor voy vestido
y mi Fe me acompaña, siempre en Dios amparado.
Atiéndeme ésto, ¡es maravilloso! y es tal cual,
el amor, no tiene el reposo en la fría tumba,
si permanece auténtico, valiente y leal,
iluminando como lámpara en la penumbra.
Intacto queda, si el sentimiento es verdadero,
energía impulsada, se mueve y se transforma…
y sobrevive victorioso, imperecedero,
puro y hermoso, en las más inusitadas formas…
como en estas piadosas palabras de consuelo
que con este amor eterno y paciente te dejo,
para que cese por fin, toda tristeza y duelo,
pues no dejaré de amarte, aún si yo me alejo.