¡Siempre tu silencio!
escarnecida tu voz,
adoloridas tus manos,
desgarrada tu alma,
pisoteado tu orgullo
en nombre de la libertad,
emancipada la esperanza,
acallado el pensamiento,
adormecido el ideal
evaporados los sueños
de un mañana mejor,
en nombre de una paz que no llega,
en medio de la violencia desgarradora;
de la delincuencia inclemente que no cesa,
no se detiene un momento,
arrebata a las madres sus hijos
y a sus hijos los padres
y a las familias hermanos,
hermanas y niños, amigos,
camaradas, compañeros
de épocas lejanas y no tan lejanas…
Y ¿hasta cuándo
en nombre de la dignidad del hombre
se pisotea su vida
y se aniquila el sueño
del ser humano que trabaja,
lucha y trata de sobrevivir?
-para una vida más digna
¿cuándo se hará justicia?
sin rememorar la injusticia
de aquellos que diariamente
pierden la vida en manos de desalmados
apoyados por los ineptos
que dirigen las leyes
de una patria grande,
rica, buena y generosa.
Siempre tu silencio,
justificando lo injustificable,
rezando en los féretros
de los hermanos caídos
en una batalla de odio,
que ni en el réquiem que dirige el eclesiástico,
ni con las más sabias palabras,
mitiga el dolor de la madre
que da el última adiós al hijo ausente,
¿quién ocupará el lugar
del que parte en manos del hampa desenfrenada
que aniquila a nuestros pobres pueblos hermanos?