Yo nunca fui princesa ni lo voy a ser,
ni tu serás mi príncipe, sólo mi querer.
Cuando era niña creía en los cuentos de hadas,
en que sería salvada por un magnífico ser.
Con los años descubrí que yo quería protegerte,
sin saber de qué.
Ahora confío en entenderte y aceptarte, en escucharte,
en reconocerte como ser humano
imperfectamente perfecto para mí.
Nunca se trató de dinero, poder o posición,
sino de la comunión de dos almas,
de la seguridad en la fidelidad y el respeto,
en el cariño, la ternura y la complicidad.
Nunca se trató de vivir en un castillo
sino de compartir la pasión, la aventura
y la admiración por las cosas sencillas.
Nunca fui princesa ni tú príncipe,
nunca tuve riquezas ni tampoco las quise,
nunca necesité mayor fortuna que tu amor
ni poseer mayor tesoro que tu corazón.
Sin embargo lo pienso,
alguna rana me habrá dado un beso,
me habrá hecho creerlo,
porque cuando estoy contigo, así me siento:
princesa de un cuento.