Lorenzo13

Carta de Amor Eterno

¡A mi inolvidable y querida, Ramoncita… de su gran amiga de siempre, con el cariño más grande!

Hélyde Batista.

Desde el banquito de tu morada “Neblina” ves pasar el cortejo de los moradores de La Trampa: niños, niñas, mujeres, hombres, abuelitas y abuelitos de sus aldeas, con ramitos de mínimas florecitas que recogían de la orilla del camino de tus queridos campos; y te las enseñaban alabando la grandeza del Eterno. Todos, entonando un coro de miles de “Dios le pague y Dios la bendiga, abuelita”.

No tengas miedo, porque los que tanto te quisimos y amamos jamás nos iremos de tu lado. Las Cinco Águilas Blancas velarán tu descanso y con su ropaje de gala te harán eterna guardia de honor, porque siempre amaste su domicilio, allá al pie de la Sierra Nevada Merideña.

Tú, que estás tan cerca de Dios, hazle una plegaria para que dé fortaleza a tu familia y a la bella, humilde y sencilla gente de La Trampa; allá donde está tu querida casita de retiro espiritual “Neblina”.

Los niños con tristeza recordarán cuando salían a tu encuentro con sus sombreritos de paja, sus ruanitas y sus morralitos. A todos los llenabas de abrazos, sonrisas, caramelos y limosnas; y cuando hubo dolor, les secaste sus lágrimas.

La noche que te fuiste, las florecitas se marchitaron, perdiendo su color y su aroma. Unieron su dolor al lamento del viejo campanario de La Trampa. La luna y los luceros apagaron su resplandor; y desde una puerta entreabierta vi pasar los recuerdos entre llantos y lamentos con olor a incienso y crucifijos.

Un cortejo de melancolía seguía una carroza llena de Hortensias, Albricias, Romerito de Páramo y Nomeolvides.

La paz de Dios envuelva tu alma, amada amiga. Te envío mi cariño. El Señor te bendiga y te guarde en la Eternidad.

A ti, Samaritana del Bien.

La Grita, noviembre de 2006.

 Hélyde Batista