Con el estruendo empieza la jornada
Miles de balas sonoras suenan al alba
Un efímero descanso me tortura.
Borracha de sueño me deslizo
por los pasillos resbaladizos.
Abro con hacha la cueva,
pues debe tener reservas.
En la calle, miles de cuchillos helados
me atraviesan por todos lados.
Entre la niebla de humo
mi coche circula cual fiel soldado,
esperando las órdenes de su magistrado.
\"¡Rompan filas!\", grita el coronel Green.
Un grupo coordinado
obedece sin reparo.
¿Dónde van?
¡Qué hazaña que los dirijan!
¿Llevan el uniforme?
¡No, llevan la lana para esquilarla,
pues aquella está más valorada!
En el lóbrego ambiente
se escuchan suspiros dementes.
¡Rápido!, ¡Una sonrisa!
No quiero que descubran mi apatía.
Cuchillos, hachas, navajas,
todo desgarra mis entrañas.
Ocho horas de tortura
pero que valen una fortuna.
¡Corred! ¡Ahí está!
A la salida del Infierno
veo el codiciado Don Dinero.
Como una jauría hambrienta,
los borregos se lanzan a por su papel magenta.
Pero...¿vale eso la pena?
¡Sí!, a coro el rebaño enajena.