Regálame una luna de cristal
con tu mirada impresa en el espejo.
No preciso ya del marco, me da igual,
lo que deseo de tu cara es el reflejo.
Ni preciso que te pintes. Natural,
más atractiva pareces a este viejo.
Con mimo hoy le pondré en un pedestal
al nivel de mis labios si te beso.
Contigo nunca yo seré neutral.
Si alguna vez entiendes te cortejo,
no pienses que soy atrevido, liberal,
tomátelo con humor y con gracejo.
Adornaré mi habitación con tu mural
para darle a mi vista así un festejo,
tener contigo una conversación jovial
o en caso de necesidad pedir consejo.
Y si algún día este vetusto carcamal
a tu ventana no asomó, y no me quejo,
no creas que me olvidé de ti, llegó el final.
Tu mirada en mi mirada he de llevar,
no la quiero vender ni subastar,
valdría un dineral. No tiene precio.