“Cuando salude y me vaya”
será con una sonrisa
para con casi todos
aunque sabré
que muchos de ellos
no se la habrán merecido.
No será hipocresía ni condescendencia:
nada más la certeza de estar partiendo
rumbo a más feliz morada
donde me estorbarían
cuentas menudas pendientes.
Cuando esté llegando allá
me recibirá el buen Dios
con una sonrisa
que estoy bien consciente
de no merecer.
No será hipocresía ni condescendencia.