En lo profundo de la noche
Te hallé, oí tu voz entre relámpagos
Y deshice telarañas manoteando corredores en penumbras
En lo profundo de la noche
El metal hacía su señorío, las sombras
Anfitriones de malas horas, pero te encontré, sí,
Quizás la estrella que ampara fulgó
A petición de las almas enamoradas;
O quizás sea un sueño profundo
Del cual no queremos despertar jamás;
Aun así cuando la esperanza sea breve
La noche nos devolverá lo que nos pertenece:
La suprema ilusión que tiene cada rosa en octubre
El color del jacarandá contra el cielo gris,
La noche es tan benigna como una bruja ebria
Y contenta por adularla,
Que no haya llanto ni ojos de arena
Que los labios sean cielos que se abren
Para contener nuestros deseos de nube,
Sólo eso, besos que sean cielos.