Visualizo unas nubes amenazando
con tonalidades de invierno
y como telón de fondo
las montañas de mi pueblo.
Camino despacio, tranquila
contemplando todo aquello,
donde las cumbres se besan,
por donde el sol se va poniendo.
A los pies de ese vergel
que se me ofrece a lo lejos,
cristalinas aguas de nuestro río
bajan desde su nacimiento
serpenteando entre juncos
con su voz de estrofa y soneto.
Y llegando a la fuente de la Jarra,
manantial de vida que en su día,
cara al sol del medio día
sus encantos nos ofrecía...
Allí el río frena su caudal
para verse obligado a penetrar
por el lecho del primer azud
donde con brío movía la rueda
de una de las industrias papeleras.
Cuantos recuerdos de la historia,
cuanta belleza y dignidad
de unas gentes, de una época
de mi niñez y adolescencia
abrazando la felicidad.
Y recuerdo emocionada aquellos días
y me veo bañándome en sus aguas
tumbada al sol sobre las blancas losas
y el cielo azul en la mirada.
Hoy traslado mis pensamientos
a la sencillez de unos versos
para sentirme por un momento
niña de otros tiempos.
Fina