Hay tanto aquí... dentro.
Cada letra, cada palabra
siguen siendo las mismas abejas en desorden.
El mismo enjambre pululando sin parar.
Se había ido, creí que no regresaría...
Hoy apareció de nuevo, sin previo aviso.
Está atorado en el pecho,
y cuando quiere salir se atasca en la garganta y se regresa.
No hay más que un dolorcito inquieto,
y en el desierto sigo manteniendo la vista.
No quiero mirar oasis,
ni charcas encendidas por el sol.
Me sostengo arañando la luna
o amarrada al cinturón de Orión.
Heber S. S.