Distancia
Entre mis manos y las tuyas, un océano existe
¡Es que la bella juventud, un día me ha dejado!
Decir a mis pensamientos, en busca del consuelo
Añoré un abrazo, tan solo uno,
Cruzar las manos, las otras manos amigas
Solo, en lo profundo, parado frente al espejo de mi presente
Como largas son las horas frente al mar, una vez solamente se vive el momento
Presagiando la vida, pensar en la muerte
Abatida estuvo mi alma.
De lo infinito y profundo, allá en tu imagen,
Deslucida la efigie, de los otros que no extendieron sus alas,
deteniendo sus palabras
El portento, la voz que anima, que enciende la llama de la vida.
Hoy que tantos otoños han pasado,
vivo, lloro, vivir sobreviviendo,
¡Apenada se encuentra mi alma, por los caminos de la muerte!
En mi zumban cada día, esas vocecitas de los hijos.
Que enarbolan, como su bandera de glorias y batallas ganadas,
Moriré, una tarde soleada
O en una noche de lluvias
¿Quien sabe de los carnales?
Y entonces habré sido arrebatado de la vida.
Y a mis hijos hoy les dejo mi sangre y la sonrisa,
Eterna y fresca.
Darío Ernesto Muñoz Sosa