El amor de los niños, dulce como la miel,
El de la juventud es sensual alegría;
El del novio, de celos, pasión y ardiente piel;
Y el del padre, de entrega, dolor, melancolía;
El amor del esposo, de lucha y de paciencia;
El del cansado abuelo, se llena de ternura;
Y cuando llega el fin, con fundada insistencia,
Se grita que el amor es la luz que perdura;
Si es que fuimos creados, fue para que el amor
Se pudiera expresar en nivel material
Con la benevolencia y la ardiente pasión:
El hombre es la respuesta, es la suma ideal
De la malentendida, trillada evolución
Que todo justifica, menos lo espiritual…