Te sostenía con mis manos fuertes, no estaba dispuesto a dejarte ir, tú me debilitabas es verdad pero no terminaba hasta que yo lo quisiera; entonces, me aferré más que nunca a tu silueta que jugaba en el viento. Entonces nos unimos, enredados completamente de pies a cabeza creando de dos seres tan comunes una figura celestial, un momento mágico que se desvaneció en la luna impregnándose en tus ojos.