Recuerdo el delicado tacto de la Luna
mientras se balanceaba entre tu pupila y la iris,
dulce cuna que admiraba y apaciguaba mis tejidos,
no todos, solo los externo para que pasara frío
y acelerara el corazón, vibra que vibra el panal que da vida,
por algo duermen de noche y no de día,
se cuelgan como lo aros en las orejas de los elefantes,
como aquella mujer colgaba elefantes en su cuello y orejas.
Olvido, su rostro. La fotografía dicen que sirve
para recordar momentos, paisajes, lugares, compañía,
mas olvide que nunca había estado tan solo
y lleno de gente, Si se tratase de honestidad
¿Por qué no quieres acompañarme?