He comido, al alborear, un amor ajeno;Con bandejas mugrientas de un inmenso: te quiero,He almorzado llagas de un dolor llenoEn platos desportillados de un odio que no prefiero,He cenado un mal sueño próspero que no anheloCon rechazables aplausos de ánimo que no deseo,He dormido grato bajo el dintel del cieloCon una clemente esperanza que barboteo,¡Dios! He comido un amor ajeno en la mañana, He sentido de largo un cariño propio que se va,He sentido una clemencia benévola muy lejanaDonde una súplica y un perdón en su vientre lleva,Hoy, he dormido bajo el arco rústico de un puente,Sin el socorro y la compañía de un abrazo urgente;Dios, déjame beber poco del agua de tu fuenteY socórreme de este vacío presente;Hoy, he almorzado una frígida indiferenciaQue impregna febril una dura enfermedad,Ahora, ya no tengo sed, ni apetencia,Solo el olvido que acicala mi soledad.