Stephen Dedalus

De un poema y un portal.

Se arrodillan y empiezan a adorar el ídolo con fanatismo místico ,como a un Dios omnipotente. Se ponen a cantar y parado al borde del acantilado escucho, con los brazos extendidos a una inmensidad demasiado corta. Hablan de la eternidad quienes no conocen de la misma más que el nombre- que utilizan mal-.


-       Benditas las palabras que susurran oidos y endulzan labios


y el amor , y los cuerpos que se funden y las almas que se encuentran


es la vida el durar de un beso y la muerte el hastio de la vida


Y al calor de tu mirada -verde como el mar- despierta la esperanza –


y es el ídolo espejo, estanque de salón, que refleja a Diana, Venus, Atenea, donde solo hay envidia de madrastra. Los que abren los ojos a las quimeras son instantáneamente mandados a la hoguera. Son pocos los que sabiendo el destino que les aguarda se llenan la boca de verdades y las escupen de golpe - por miedo a tragarselas - pero son menos los que recogen del suelo esas palabras.


y salto con una sonrisa en el rostro puesto que no todo es tan trágico como lo pintan las palabras - demasiada dispuestas a generalidades - , queriendo creer en las mentiras que pasan por verdades y las ridículas exageraciones a las que llaman arte, pero salto al fin y al cabo y son estas palabras que lleva el aire.