En las horas de la noche,
piensa la mente
en cuáles
son las decisiones
que hay que emprender.
Un gran desgaste
de energía
en tu cuerpo sientes
y al final te rindes
ante la evidencia
que lo que tienes
es lo mejor que te puede
suceder.
Y das a Dios las gracias
por lo poco
y lo mucho que tienes;
decides no desear
lo imposible
y tu alma se vuelve
humilde.
Cuando se presenta
la situación
ves muy clara tu elección.
Por qué preocuparse
si las circunstancias
van marcando
tu caminar peregrino
en tu aventurero destino.
Sólo conocer tus límites,
aceptar lo que puedes hacer
y lo que está más allá
de tu alcance,
sin pena reconocer.