En un bosque donde habitaban muchos árboles y arbustos, había muchas flores. Eran flores de muchos colores, de distintas formas y de muy variados olores. Todas juntas perfumaban al bosque entero.
Todas las flores sabían que su vida en el bosque terminaría pronto, por eso se esmeraban en lucir sus mejores trajes de colores y en repartir sus mejores fragancias. Ellas sabían que al marchitarse perderían sus colores y sus aromas y quedarían dormidas para siempre en un sueño profundo.
Cuentan que una tarde cuando el viento soplaba con furia, una de las flores más hermosas del bosque, fue arrastrada por la ventisca y arrojada al río. Allí, mojada y triste, comenzó a llorar. Los peces no notaron su llanto, pues estaban distraídos, además sus lágrimas se confundían con el agua del río.
La hermosa flor se quedó dormida y la corriente del río la llevó hasta el mar. Al llegar allá, pensó que iba a ser rechazada por todos; pero no ocurrió así, todos los habitantes marinos se pusieron muy felices al recibirla.
Las algas, los caracoles, los peces de colores, los caballitos de mar, los pulpos y los otros animales, al recibirla no la llamaron “Flor” sino, “Estrella” y desde ese día la bella flor vivió feliz para siempre sin marchitarse, en las profundas aguas marinas, convertida en una bella estrella de mar.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Bajo el número 55620114
Maracaibo, Venezuela.