RICARDO ALVAREZ

1- EL AMOR EJERCITADO - 2- AQUÍ DEJAMOS LA SOLEDAD , AMOR - 3 - EL SOL MURIÓ EN SUS PESTAÑAS

1- EL AMOR EJERCITADO

 

 

Cuello de pabilo,

hombros de puerto,

boca de cresta purpura

en esa foresta anda mi paso.

Camino el universo

de tus caderas de fresa.

 

Cintura de agua

donde trepa el viento

enredaderas.

Muslos en dos muelles

de cerco

abriendo flores en su huerto.

 

Senos de colinas.

Mi alma está húmeda

de forcejar la escalada

de duplicados morados

erectos como espinas.

Valido esfuerzo

justifica la delicia de sus uvas.

 

Vientre de horizonte

donde crujen hojas doradas

en los dedos de amarra.

Espalda de seda,

melaza en depósito para mi sed,

libo azúcar hasta la última

línea de sus brevas/

.

Silo de mis granos,

no alcanza mi círculo

de brazo a contener

la dimensión de tu figura/.

Pubis florecido donde

hundo mi hocico

para silenciar la palabra/

 

Que se pronuncia el silencio

con entrecortadas silabas de gemido.

Puñal enardecido es mi tallo,

mojada oquedad su vapor

de sudado campanario

tintineando en sus campos/

Aquí no hay vencedores ni vencidos,

solo la hermosa contienda

del amor ejercitado/

 

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2- AQUÍ DEJAMOS LA SOLEDAD, AMOR

 

 

Aquí dejamos la soledad amada

los soles grises  tras nuestras sombras,

salimos del rencor con transparencia de manantial.

ahora tenemos las manos ocupadas

de plenos racimos/

Lejos del urbanismo salvaje

ccn la sal exacta del agua

En la proporción de la tierra,

elevamos la balanza del amor

en la erguida tarde

alimentados de harina matinal.

 

Cada palabra tuya es hoja primaveral,

Alas desplegadas

que cantan silabas florecidas.

Tu…,

Pétalo de mi corazón,

jardín de mi follaje en las cejas

deja tus manos entreabiertas

para reconstruir la transparencia.

Recuéstate en la tierra

que cada terrón será

roja remolacha de azúcar.

 

Pondré uvas en tu boca

de ostra perlada

y bienamada…

Mira la altura del cielo y su vestido,

parecen mellizos en nuestra refugio de palomas

que escuchan nuestros pasos de estatura repicando

en las campanas de engarzados luceros.

Poso en tu frente mis besos y

me inclino a tus pies para besar el suelo

de maromas libres

 y rumoreo salomas

en tu rostro donde el mar ancla sus puertos.

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3- EL SOL MURIÓ EN SUS PESTAÑAS

 

 

El sol murió en sus pestañas,

cayó rodando

entre la fila del fuego.

 

De tanto pedir a la vida y no dar nada a cambio

resquebrajó sus uñas de esmalte,

afán de su propio arte.

Maquillaba sus asaros

con perfumadas rosas y la oquedad solitaria

la halló llorando gotas de nada.

Se fue en una apagada mañana

sin más visitas que sus reflejos.

 

Se enterró en deseos sin nombres

con un corazón lleno de agujeros.

Como una momia fagocitada.

No hubo honores.

Se derrumbaron sus pechos

de plástico antes de entrar

al rectángulo de los osarios.

Había muerto el sol

salpicando la cresta de sus veranos.

En la forma de la luna dejó cenizas en el lecho

mudo entre la penumbra sin vértigo.

Con las aristas clavadas de la astilla,

los horrores de la sangre disueltos

en espejos de rostros sin mote/

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