Aprende diariamente el peregrino,
al ver su suelo ignoto y comparado
con el excelso cielo iluminado,
que necesita de un poder divino.
Muchas veces cae junto al camino,
deseando regresar al pasado,
mas se sacude el traje empolvado,
y continúa las sendas del destino.
Y queda entre la sombra fugitiva
el rastro de cuanto polvo a mordido,
las marcas del camino entre su piel.
Ya pisa cada vez más decidido,
la meta que persigue le motiva,
ve el cielo amaneciendo sobre él.