Carlos Fernando

Me he cansado ya de hablar...

Me he cansado ya

de hablar palabras

que nadie entiende

porque en su horizonte

estrecho, ni la luz del sol

se asoma, ni el silbo

del viento se escucha...

por estrecho.

 

Como un caballo de tiro

llevan los ojos cubiertos

con orejeras de cuero,

y el arnés ceñido al cuello,

y uncido el tiro a la carreta

que arrastran sin saber

por qué ni a dónde

les ha de llevar su faena.

 

Su andar brioso se lo frena

el atelaje fruncido,

y por el hocico el freno,

de la ancestral enseñanza,

a fuerza de repeticiones

aprendida.

De mentiras estofada,

y tirando de la rienda

el ministro que ministra

las mentiras ancestrales,

que se toman por verdades

a fuerza de repetirlas.

Por las Edades.

 

Me he cansado ya de hablar,

y de advertirles ¡cuidado!

Mira bien en dónde pisas,

hacia dónde van tus pasos,

que es más fácil educar a un infante,

que a un estudiante avezado,

cuando a sus dogmas

se atiene, porque más pierde

quien tiene, una mentira

que aferra, con su más

profundo aliento,

que aquel que en su afán

de saber, cuando le cae la venda,

camina con paso incierto,

por un tiempo.

Y luego se anima a creer

lo que es cierto.

 

Por eso y por no ofender,

he dejado ya de ser verdugo

para quien la mentira cree,

y en su cerrazón porfía,

y se atreve a decir que

es mía, la mentira

porque en su libro lo dice,

y su mentor se lo afirma:

Que la mentira es verdad,

y que es mentira lo cierto.

Aunque le salte a la vista,

y el oído se lo diga.

Ni ve, ni oye. Así es esto.

Así pues me he dedicado

de un tiempo para esta parte,

a escribir versos y rimas,

con la intención de decir

lo mismo que dije antes,

a oídos que quieran oír.

Y a ojos que en verdad miren.