No hay nada malo en soñar
si se sabe que se es soñador.
Cuando uno no se sabe soñador
suele caer en excesos
como cuando uno no se sabe
adicto al alcohol, al cuerpo de mujer
o al tabaco.
No hay nada malo en soñar,
como no lo hay en el alcohol,
en el cuerpo de mujer
o en el tabaco,
siempre que no se usen
como medio constante de escape
de la realidad.
Para los cobardes, los vicios
y sus carreteras en círculo,
para los valientes, el regalo
de la inseguridad hermosa
de no saber qué agujero
de todos los que hay en el mundo
guardará su cuerpo
una vez difunto.
JCEM