Estaba una tortuga
asomada a su ventanal
mirando a la luna
y a una estrella fugaz.
Esa estrella fugaz
entre luna y tortuga
aceleró más
su rápida fuga.
La vieja luna
callada y serena
igual que la tortuga
miraba la estrella.
Y yo perplejo
en la noche estrellada
miraba a lo lejos,
a la luna lunada
anclada en el cielo,
a la estrella estrellada
con sus lindos destellos
y a la tortuga tortugada
con su arrugado cuello.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo Venezuela