Participo y doy piedra libre
al juego de tu geografía
tan conocida, tan pero tan mía
que solo mis manos la contiene.
Lucro con tus formas redondeadas
cada palmo, cada célula nerviosa;
son en mí: piel, sangre, glucosa;
son mi capital, mis ansias doradas.
Pienso y mis manos te dibujan,
te sienten, te palpan, te imaginan.
Comulgan con tu piel, se comunican,
te saben virtual, te añoran, te buscan.
Y en lo profundo de mis increibles sueños
profanos deseos se escapan.
Ellos me abren y me destapan,
a ti me elevan como esclavo, como dueño.
Y mis lágrimas, saladas y cristal,
reflejan un paraíso de arco iris únicos
donde solo se pinta ese color sin público
que me brindas cuando acabas de amar.
Rubén