Fue cuando mire al cielo; Vi las formas de las nubes, aquellas que se movían con el viento sin dejar huella Que parecían dibujar sonidos, y que podían leer pensamientos.
Entonces comprendí cosas que no sabía sobre el amor;
Comprendí lo inusual que este puede ser Comprendí que sigue siendo inesperado y comprendí que irónicamente, lo sigo esperando Comprendí que es pleno y comprendí que puede ser ingrato
Pero aun no comprendía nada de todo lo que me imaginaba… No comprendía nada de aquello a lo que ustedes llaman sufrimiento, pero dolía, en verdad dolía No pensaba en el hecho de la despedida pero sabía que el Adiós sería eterno. No podía beber mi amargo recuerdo y al mismo tiempo saciaba mi sed al pensar en el olvido. No soñaba con cosas bellas, imaginaba mundos paralelos. No quería romper en llanto, pero mis mejillas estaban húmedas. Seguía sin comprender el porqué del amor mismo.
No fue hasta entonces cuando me enfoque en ideas erróneas y por fin logre enamorarme. Después de todo; ¿A Quien no le gusta vivir experiencias dolorosas?
La vida mía gira en torno a un mundo creado, en ocasiones, fascista, inexistente, inexplicable, irracional… Pero me gusta, masoquistamente me encanta. Pero mi idea sobre el amor sigue siendo falsa…
Hoy me eh dado a la tarea de cuestionarme esas interrogantes que preferiría dejar en el cajón de mis ingratos miedos, ahí, dentro del corazón. Preferiría dejar las cosas en un orden difuso y en un recuerdo que parece simple, pero el coraje por querer salir de aquel abismo me orilla a ponerme alas, rotas, creadas de mis sueños; para volar al firmamento, donde aseguran que existen figuras luminosas, las mismas que yo veo en forma de mariposas, miles y miles de mariposas…
Sigo lanzándole suspiros a la brisa calmada imaginando que llegan a ti, es tan real mi sentimiento que no logro entender demasiadas cosas, esa noche yo estaba fría, ausente y tú por otro lado te veías contento, contento de que yo estuviese ahí, sin embargo te fuiste Y yo; ¿Qué más podía esperar? Si tu mirada y la mía ya no eran tan intensas, ya no sentía que me ardían los ojos al mirar aquellos, tus ojos, los que tanto amo.
Hoy la agonía que recorre la esfera de mi vida parece mediocre, mediocre para cantarte, para leerte, para escribirte y aun peor; para adorarte… pero aun así sigues latiente, despiertas ante mis suspiros, haces renacer mis susurros y al mirarte todavía muero con un silencio sumamente profundo.