Te arden las manos
no es hastío de torneo
son las bravuras de tus rayos
que como un rayo
te han partido en medio del patio y del recreo.
Joven costalero,
clarea la penumbra de tus ojos
y el enamoramiento vergonzoso
que se quedará en borrasca
en los meses del invierno.
Se glorifica la vida
cuando la tarde mancilla la mañana
y la deja descansar en la noche
para esperarla en su madrugada
aunque no estés durmiendo.
Recuerda cuando te marchaste
la viste sofocar tu hombría
tragaste valor, partiéndote los puños
en medio del patio con la rebeldía herida
y fulminada por un rayo.
Cuando marchaste de esa casa, eras un niño
ahora que eres hombre de herramientas
elegía de un rayo cuando se calienta
por un enamoramiento tormentoso.
Le diste tiempo a crecer
y a desmenuzar la lluvia
a glorificar tu ausencia
y recordarte en la cima.
Vientos al mirarla, sientes
sin olvidarla, quieres
sin poder llorarle, desapareces
como los grandes chopos
centenarios de la tierra.
Te arden las manos
y no es hastío de torneo
son bravuras y rayos
cuando te has partido los puños
en medio del patio y del recreo.