Moribundo en fase terminal
sufre silencioso su padecer,
y solo clama sin cesar
que le dejen ver a su corcel.
Al potro de carrera veloz
que siempre fue su compañero
quiere verlo en el momento atroz
para así enfrentar su miedo.
Su enfermedad lo destroza
pero él con el potro sueña
que galopa y galopa
como en las tardes aquellas.
El caballo llega sereno
en ese momento final,
a compartir con su dueño
porque es un noble animal.
No hubo relinchos ni saltos
solo miradas mansas
y un trémulo abrazo
que disipaba sus ansias.
El enfermo ha fallecido
después de ver al compañero
dicen que cabalgando se ha ido
a galopar por el cielo.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo, Venezuela