En senderos infructuosos
de pisadas magulladas,
precipitan ilusiones
infecundas y apartadas;
el silencio hostil soplido
le revela a la mirada
la agonía de la ruta,
tantas huellas agotadas.
La tormenta trae el eco
de tu rostro enmarañado
que me grita silencioso
su tormento despiadado,
cruel olvido que devora
mil momentos encantados
y que deja con su paso
universos desolados.
Por tu ausencia, llueve mi alma,
roces, besos y caricias,
que resbalan de mis dedos
registrando a toda prisa
los instantes memorables,
atrapando con codicia,
entre letras compilando
las pasiones y delicias.