Tu mirada está llena de palabras
y los labios, del lenguaje que quiero hablar.
Me sumerjo en ellos hasta la noche,
hasta el ahogo, hasta la sequedad.
Los ojos se llenan de colores,
de juegos de infancia,
con confetis y serpentinas,
de montañas, vacas, caballos,
de un sol canicular y pequeños lagos.
La sonrisa recrea lo que veo en tus ojos,
lo que bebo de tus labios,
me nutres y viajo por nuevas tierras.
Explorarte reabre el libro de la vida,
las pequeñas calles,
los helados de la esquina,
los sin afanes del colegio,
las tardes de juego con las niñas.
Volver sobre tus huellas
para entender a quién amo,
y saber el por qué eres la mariposa
que decora el paisaje de mi vida.
Recobrar un poco de tus días,
de los muchos que no estuvimos,
cuando el calor de un pequeño pueblo
te iba dando forma,
cuando caminabas por los valles,
cabalgabas por los potreros
sin pensar que hoy
volveríamos a hacerlo.
Ahora vuelvo a ver esa niña
a través de los confetis y las serpentinas
del arcoíris en tus ojos,
al ver la conjunción de tu historia con la mía.
Amarte es toda una historia
y al recorrerla pienso
que te he amado desde siempre.