Adelaida López Marcos

CARTA DESDE MI ARROYO

Prólogo de la señora,
escrito va con sangre,
porque le sangra el bendito azufre
de los miserables.


De su puño y letra
ella te describe en suspiros,
que se extienden desde los berridos
a tu queja más punzante.


Como buena lezna
te somete a sus burlas.
Te vendes barato
lamiendo tarros
y suelas de zapatos,
para pasear junto a los demonios ¡que te han comprado!.


Hueles mal,
eres un barrote oxidado.
Número seis, calle más abajo,
donde la porquería duerme a tu lado.


Se le abren las orejas al roedor
en espera de roer tu hueso,
protegido por una bestia muerta
que ha ido a parar con tu conciencia
al arroyo tieso sin protesta.


Con vuestras venas que laten
puedo hacer guisado,
carne o pescado,
¡lo que se me antoje!
Sois condimento perfecto
y alimento de mis animales.


Carta desde los arroyos rojos
a una tierra noble,
¡madera de torres!
Plastilinas en arcillas blandas
que laváis vuestros pies de barro,
para caminar agrietados
sin llantos de santo.


Carta desde mi arroyo
a vuestras orillas,
que os crucificáis en fila
y en los montes,
a los pies de las ciudades
¡bailáis como animales!


Cuando la sangre de vuestros cuellos ruja,
y las cárceles se abran por las gargantas,
se abrirán las paredes de vuestras manos
que han distanciado tanto al hombre.
¡Empezarán a temblar las venas de los pilares del mundo!.