Esta manía que inquieta,
este sueño que alucino,
el vino de sábado por la noche,
la ilusión de que no amanezca
en mi cama los domingos.
Los recuerdos que al poeta
hacen sudar la gota fría,
contracciones cual saeta;
los deseos que reprimo,
se me refriega la utopía.
Mi soledad; la compañera,
copa a copa, mano a mano,
reza lo que los rezos anhelan:
fiesta de duendes en mi pollera,
bajo la luna, pero mundanos.
Huyen los versos despavoridos,
prudentes se esparcen las letras,
pero quizá es culpa del vino
esta manía de no saber recordar
sin soltar las riendas en un poema