Misteriosa sustancia debe ser
el corazón del hombre
(léase hombre y mujer),
que puede contener a la vez:
amor, y desamor
(entiéndase indiferencia, odio,
rencor, y sentimientos semejantes
a estos). Credulidad e incredulidad,
creación y destrucción,
blanco y negro.
Definitivamente, y aunque obviara
tener que aclarar este asunto.
El órgano llamado corazón,
es solo un símil, del corazón verdadero
que late en el espíritu del hombre.
El primero,
órgano vital, con capacidad cuantificable,
es un órgano complejo
compuesto de cámaras y válvulas,
de músculos y vasos que le alimentan,
de poderosas y firmes
fibras musculares que responden
a los impulsos eléctricos
de un sistema de conducción
activado por iones,
sales de sodio y de potasio,
llevando el impulso eléctrico
que activa unos diminutos
engranes proteicos,
causantes últimos del acortamiento
y elongación de las fibras musculares
responsables del bombeo de sangre;
ese líquido viscoso y rojo
donde está contenida la vida.
Porque, a fin de cuentas,
si el cerebro controla la vida de relación,
y el corazón mantiene la máquina corporal,
y el tubo digestivo alimenta la maquinaria,
y los músculos la llevan a todas partes ,
y los riñones depuran y controlan
la cantidad de agua, y el hígado fabrica
sustancias esenciales y reservas de energía,
y los pulmones intercambian gases.
Es la sangre, la que conecta todo el sistema,
trayendo materiales y llevando desechos,
y defensas vitales.
Si una arteria se tapa,
deja de circular la sangre
y el tejido afectado muere.
Por tanto, en la sangre está la vida de la carne.
Pero, volviendo al corazón,
al corazón que se cita en los escritos
filosóficos y en las Escrituras sagradas,
ese corazón invisible
que contiene los afectos del hombre,
que para los místicos se ubica en el plexo solar,
ese corazón es el que liga o desliga
al hombre con su Dios.
Digo, liga: cuando percibe la buena esencia Divina,
porque Dios siendo Bueno, todo lo hizo bueno,
y solo da lo que es bueno.
Y mueve al hombre a conocerse en la intimidad.
Y digo, desliga:
cuando el corazón del hombre
se niega a las cosas que son buenas.
Es el corazón del hombre (y mujer),
el que resplandece cuando contiene
el amor perfecto y lo proyecta.
Ese Amor, es la Luz verdadera
que alumbra a los hombres
y que procede de la Divinidad,
no es propia,
como la luz de la luna
que no le pertenece,
pues solo es la proyección
de un astro que es mayor a ella:
el sol.
Así, el corazón se vuelve
una luminaria que resplandece
con una luz que proviene
de Uno que es mayor a todo.
Ese es el corazón que debe conocer el hombre,
el que contiene las cualidades
que lo hacen superior a la bestia salvaje.
La misma bestia que,
paradójicamente en muchas ocasiones
tiene más luz en su entendimiento,
que muchos hombres que se llaman a sí mismos,
\"civilizados\".
Ese corazón, habla
por la boca del hombre,
vomita su podredumbre,
o exalta su naturaleza divina
con hechos amorosos y buenos.
Es ese corazón el que sabe decir:
\"te amo\", y lo demuestra.
El que es capaz de contener
los más altos pensamientos
y las metas más nobles
que podemos imaginar.
Ese complejo corazón inmensurable
capaz de guardar odios, o amor.
Ese corazón que es altar y ofrenda
al Eterno, o que puede ser afrenta.
Es el corazón que habrá de ser pesado
en la balanza,
el que habrá de heredar,
o el que recibirá retribución
en el día de la comparecencia
ante el Ser Supremo.