Leo

Elizabeth

Fue hace 4 años
en un salón cualquiera,
poco común,
conocí a una niña
de cabello largo
tan hermoso como las aguas de un manantial,
de ojos marrones, grandes a la vez
como aquellos que te ven
y te estudian del derecho y al revés,
de pupila oscura, que al verla
al fondro brilla, la habilidad de su corazón
de transfromar su ser
en lo más asombroso de este mundo,
en un diamante de valores incomparables;
De ser la única en este planeta
que tiene el Don
de cegar corazones,
y creo que el mío no se cegó
se enamoró...
de la mujer de encantador rostro
y de hermosos trazos dibujadas por su cintura,
de manos pequeñas dulces-tiernas,
suaves como los pétalos de una rosa,
alocadas al momento de tener ideas;
Donde al ingresar a su mente,
encuentras un sin fin de sueños y deseos
propios de aquella princesa;
donde encuentras sus caprichos
y a la vez sus habilidades,
donde ves su parte más humano
y su manera más de calle..


Oh aqulla mujer llamada Elizabeth,
en español Isabel,
tan fuerte y valiente,
poseedora de un corazón de león,
Feroz y buen oyente,
poseedora de labios dulces,
donde al sentirlos
viajas a lugares donde todo es posible;
Y al ver sus ojos
despareces en su mirada inconfundible
donde todo alrededor se hace firme
Y la naturaleza aprecia aquel momento de pasón;
donde el viento conspira a su deseo
su aroma, su talento
de controlar el tiempo a su gusto, a su silencio


Aquella mujer, aquella niña
que al ver su sonrisa
entre todas provocaba envidia, 
y que al verla sonreir,
te provocaba la extrañesa,
su habilidad para hacerte confundir
y es que ella, capullo de verano
al pasar las flores se abren
renombran su presencia ante cualquier extraño;
Y es que ella, en invierno,
el frío no afecta a su corazón
que late caliente bien adentro,
donde su sentimiento revive al mío
Y yo del todo trato de revivir al suyo,
pero todo esto es su Don,
ella controla el viento frío,
controla el invierno.
Aquella princesa, en otoño,
caen las hojas...
para rendirle homenaje a lo que es
y para hacerle ver que nadie es
como ella es...
Porque la muchacha,
la mujer,
aquella adeodada,
Elizabeth, es la niña de quien me enamoré,
Tierna y dulce
amarga y reconrosa a veces
placentera y apasionada
fastidiosa y romántica,
nació del vientre de una madre gloriosa
que tiene la fortuna de tener a una hija
tan maravillosa,
tan valiente,
tan hermosa,
Como la vida en desierto
Como una estrella en nacimiento
Como la grandeza de la naturaleza...
De aquella mujer me he enamorado
y estoy locamente atontado
Porque ella es realmente quien me ha impactado.
Al ingresar a mi mundo
escucho violines tocar al compas de su caminar
mientras su alegría se compacta y estalla
Como una Super Nova
Mostrando toda su libertad...
Elizabeth... tu nombre es Maria
5 letras... eres digna de toda mi agonía...