Anda con aparente paso firme,
lo cubre un velo oscuro
y con la mano a tientas
para asirse de lo que toca.
- Amor...-, le llama. -Te amo...-, le dice.
No sabe que está lo verdadero
tras la oscuridad que le envuelve.
Es mejor cursar la vida como un fantasma,
ser inerte niebla que avanza,
o espíritu etéreo en un mundo vacio.
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El velo se rasgó y al fin la vista se tornó clara.
Bajó la mano, soltó lo que aprisionaba
y se enfiló hacía la luz.
Heber S. S.