Me reconforté en el frío
del abrazo negro sin sol
ni destino, preguntándome
confundido, si eres mi sombra
o soy yo tu sombra, fría;
la cual en lo mas profundo
de mi alma abrigo y que,
cuando pendía mi ser de la gota
que me dio la vida, elegí
la oscuridad como camino.
Barriste, en la noche eterna,
con mi luna y estrellas, y aunque
intenté escapar, en fantasía sin pies
se transformó mi deseo, y solamente
palpé, entre mis dedos, apagado polvo
de luciérnagas... sin brillo
y sin comprender la razón o motivo
de esta maldición que llevo conmigo
fijo los ojos en el firmamento distante
sin evitar preguntarme, ¿cómo librarme
de algo de lo que soy parte?