Con ésta sensación de lo ya vivido
ir por la existencia, cerrando ciclos
retomar un camino conocido
viajera por los siglos de los siglos…
En la suma de los sueños inconclusos
y al sabor de alegrías pasajeras,
un corazón acostumbrado a los mil usos
sabe que no hay eternidad en dichas plenas.
Sensación de triste agotamiento
cual sabueso que olfatea un rastro
asalta el mismo pensamiento
el amor brilla, sí, pero como lejano astro.
Se pierde siempre en el horizonte
frágil, asustadizo como cervatillo
esquivo, huidizo, oculto en denso monte
sujetándose al hilo fino de un zarcillo.
No sorprende el desenlace de la historia
en un mundo para dos ya dividido
queda para siempre en la memoria
la dulzura del momento compartido.
Solo eso, un recuerdo… y una imagen
la delicia de un amor por un rato cobijado
el deseo que sucumbe y se queda al margen
en sus ínfulas de verse realizado.
Sin dolor, ni cabida para sentires funestos
sin resquemor por ilusión fallida;
sin reproches, ni vanos argumentos
¡el amor es así, ya lo sabe bien… la vida!