La barca se aleja de mi casita del ribazo,
con el silencioso volar de la mariposa,
y el mudo aroma de la rosa fraganciosa,
y es mi último adiós el agitarse de mi brazo.
Ya no serán mías las bucolicas ondas,
que en las siestas perezosas rodaban,
nacidas del caer de un pétalo y se apagaban,
o surgían en la magia de insonoras volandas.
Con mi triste lagrima la vi por última vez,
en el recodo de mi nostalgico río...
a mi pequeña casita que saludaba con altivez.
Adiós casita del río, quiero morir, quiero dormir...
la mariposa y la rosa lo saben...
mi corazón ya no quiere seguir.
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