Tus piernas: Las manecillas
del reloj que amo.
De pie, tu cuerpo marca las siete y veinticinco,
me das la espalda
y te inclinas para provocarme,
te contemplo, te acaricio.
El tiempo se detiene,
me adueño del mundo,
y me aferro a él desde donde nace la vida.
A las siete y veinticinco
tus gemidos me invaden.
Anhelo que tu cuerpo marque las siete y veinticinco,
y me des la espalda.
René Barón R.