Así amanece siempre, con el frío desolador rozándome la cara abierta, respirando tantas cosas matizadas con rocío. Se que no sera nunca diferente, que al avanzar dentro de esta bruma no habrá nadie esperándome. Nadie que quiera contestar a mis preguntas.
Es un sueño que tengo en soledad, de encontrar a quien me entienda, que me cuente cosas, por ejemplo: ¿Qué hay allá de donde viene? ¿Qué es lo que siente al avanzar entre penumbras? ¿Cómo piensa entre tiempos? Entre el frío penetrante, y sobre todo; Si ha ido a ver el mar.
Y nunca hay nadie que lo entienda ni me cuente nada. La penumbra es muda hasta que se seca y nace el sol. El sol del mar, el mar.
Por eso recuerdo la primera vez que fui a la costa, cómo me cubría la espuma y se revolcaba el mar, cómo me elevaba dentro de sus aguas turbias. El calor era un aliciente para retozar, para olvidarme del abominable frío que me hace sufrir cruelmente.
Entonces fue que conocí el terror... Si. El mas grande miedo que pueda existir dentro de un ser humano.
El miedo que va internamente destrozando todo, un terrible miedo a los abisales y a un siniestro pensamiento negro que vive dentro de esas aguas, algo exorbitante que se deja ver de cerca semejando una deliberación exagerada, algo que se esconde bajo el mar abierto.
Y ese sentimiento me sacó con rapidez de entre las olas vagas, que mecían con agradables movimientos mi cuerpo abandonado, como una madre con su hijo a solas, meciéndolo entre arrullos de un oleaje destinado para hacer crecer la inspiración. O el amor.
Pero eso no importaba mas, o no lo supe por que el miedo se apodero de mi, de mis sentidos. Porqué a mí, las cosas me resultan diferentes que a las demás personas.
Después quise imaginar el consuelo mirando el horizonte cálido, sintiendo la tranquilidad sumirse en mi. “El azul es un color etéreo, tan hermoso, trasparente como el cristal del cielo, relajante, el mar y el cielo se parecen a dos amantes que jamas se juntan”.
Pero esa es una idea de pesadumbre ante las cosas ocurrentes. Así se crea un escudo inútil, que luego supe no me sirve para nada, porqué el miedo estaba dentro y me dolía.
Me dolió también la anterior tranquilidad de estar tan lejos, tan lejano de todos disfrutando el mar. De saber que aquellas cosas tan intensas no eran para mi, que las había probado por solo unos instantes para que después las extrañara de por vida.
Y salí del agua atemorizado y taciturno, queriendo interpretar esas ideas que me cubrían de una culpa ajena, de un sentir de otros pensamientos, y me senté mas lejos que cualquiera a reflexionar, pero no lo conseguí.
Porqué con la nueva idea del pensamiento negro que vive ahí. Nada de eso pude mas reflexionar, solo se me acrecentaba el miedo, un desconocido miedo por el mar. Así fue que cada cavilación me llevaba a la inevitable deducción; solamente, en adelante, una sola reflexión:
El oscuro pensamiento negro que viene a verme cuando siente que he llegado. Y me roba las ideas de reconciliación, de ternura, y el agrado que crece ante las cosas de vehemencia pura.
Ahora solo me absorbía la nueva forma de interpretar las cosas ante el mar, sensaciones que jamás había tenido ni sentido. Y desapareció el apego de mecerme entre sus aguas solitarias, nada, nada de eso hago ni siento ahora.
Y también recuerdo a veces lo que escribo, y releo entre mis diarios y aparecen cosas que se incrustan con mas fuerza como esto que encontré;
En una noche adversa que miraba desde un acantilado, vi el mar meciendo luciérnagas de barcos, estaba oscuro y de pronto apareció el pensamiento negro merodeando entre la noche, esperando por ahí para tragarme, y me sorprendió esa su presencia que me aterra en la ensoñación, Así estaba hasta que me sacudió la mano de un extraño que se aproximo a conversar estupideces.
Callaba tanto, tan profundamente ensimismado, que dejaba de pensar aterrado ante la realidad, mas nunca supe explicarlo, ni decir lo que sentía, era tanto el estupor que enmudecían mis labios, mis ideas, y me escondía en lo insulso de la vida cotidiana, en conversaciones necias, y las cosas que la gente habla sin saber siquiera si son reales.
Una tarde dentro de la casa, me senté a reconstruir aquella idea donde comienza toda vida, una nueva y delicada vida de ensoñar, de recordar, de pensar, de robarme pensamientos de ese mar, como la primera vez que lo sentí mojar mis pies, y todo aquello que tenia dentro, trasformado en la libertad mas absoluta.
Era la idea total del mundo, el fondo donde se confunde todo, donde no hay azul ni nada mas que el pensamiento negro adormilado, como el frío que me atrapa y me confunde. Quise entremezclar la dualidad del ser, el miedo y el amor, pero como siempre algo se interpuso muy a mi pesar. Había uno de esos eventos donde la gente se reúne a socializar.
Aun recuerdo aquella casa incrustada en la montaña, tenia un largo barandal, el mar se podía mirar abajo, tenue, maravilloso, con su sombra negra merodeando como siempre, y se me ocurrió una idea de comunicación a través de la música, entonces con una larga melodía trate de concentrarme, y a través de otro pensamiento llegue a entender las cosas con una idea mejor. Todo estaba resultando como lo esperaba. Y debo confesar que a veces también siento la presencia negra de algunas mentes detrás mio. Era uno de los otros huéspedes que me miraba ensimismado, como si quisiera entender el largo alcance de mis ojos tan perdidos, lejanos, sumidos en el mar, debió ser tanta mi absorción que ya no pudo mas y se atrevió a tocar con la palma de su mano mi cabello, al tiempo que me instaba a que le dijera, y explicara el significado de todo aquello, escupiendo unas preguntas que rayaban en lo mas insulso que he escuchado. No sentí rencor, sino que me dirigí a sus ojos fijamente, hasta que callo la voz, y se propuso contemplar conmigo el mar, pero siento tanto que él solamente atino a que, en su contemplación se encontrara con sus aventuras de otro tiempo, con anécdotas un tanto divertidas a las que finalmente tuve que atender. Imbécil.
Así corrían veloces esos días de sol, de colores atrevidos y del ser humano que llevamos dentro, de sentir la otra vida de regocijadas atenciones a la vista y el placer mundano. Pero me escapaba tan adulterado a trepar en alguna escarpadura a observar el mar. Y siempre el pensamiento negro se aproximaba a quererme devorar, no obstante esa lejanía que se interponía entre nosotros era como un refugio solitario. Desde donde podía tratar de interpretar una razón. Pensar profundamente y conocer de cerca el miedo, pero el miedo va creciendo, se hace mas y mas oscuro cada vez.
Así se oscurecía y venían las cosas diferentes, la tranquilidad de distintos pensamientos y de gran relajación. Y podía dormir entre los cantos tan lejanos de la oscuridad.
Transcurrido un tiempo llego un clima diferente. Espesas nubes se posaron dentro en la bahía y caían unas gotas tan enormes, que las podía seguir con la mirada hasta que chocaban con el mar. En su viaje cuesta abajo se despeñaban tantos pensamientos de relajación y la nostalgia me atrapaba por momentos.
Así, en la noche el pensamiento negro se revoloteaba entre las olas altas de ese mar picado, y lanzaba el agua con tal furia que se formaba una brisa oscura que junto con la lluvia espesa llenaban todo el aire, y me daba miedo que quizá el pensamiento negro podía nadar en esa espesura hasta alcanzarme, aunque creo que definitivamente el pensamiento negro quería destrozarlo todo.
Poder salir del agua espesa e ir hasta donde estaba yo, no podía, pero era su intención, lo se.
Así pasaron muchas horas hasta que los gritos de mis compañeros me despabilaron de mi deliberación. Y se me veía tan absoluto que vinieron corriendo a ver de cerca aquellos ojos míos que de lágrimas se les reflejaba como sufrimiento. Pero no era así, porque no es tan natural para ellos ese llanto hermoso de la reflexión, mezclado con la lluvia y brisa de las olas que chocaban contra los peñascos. Lágrimas de relajación, y de conformación, que el ser humano ya ha olvidado para que le sirven.
Por que esa gente viene de un sufrir, y ven el mar como algo simplemente divertido, no le temen como pensamiento negro que se posa en la profundidad y me observa desde lejos. Ellos, esa gente, venia de huir, de sentir la rabia de la vida. Se enredaban con mis pasos eso si, pero nunca me decían nada cierto y me confundía su presencia que no sabia nada de la vida interna, ni de un extraño pensamiento negro.
Ese pensamiento negro atesorado dentro del abismo me sacude siempre hasta en mis sueños, por la vida y por la muerte, por mis sentimientos valerosos en la noche de dormir.
He soñado tantas veces un descuido atroz en el que me meto al mar, pero sin saber nadar, totalmente ignorante del terror, y de pronto el mar se eleva hasta las nubes y aparece el pensamiento negro artero, y siento tanto miedo que he tenido que calmarme ya despierto con alguna cosa ajena pero real.
He soñado con el mar tan engañoso que me invita a navegarlo, entonces sin saber nada de ese miedo, siento que lo voy cruzando en cualquier barcaza, mas de pronto le recuerdo y el terror se apodera de mi cuerpo y me siento solitario, pero el pensamiento negro no aparece, pero es que lo siento bajo la barcaza de tal forma que me aterra el espacio de tiempo, de tortura, y entonces me despierto atemorizado, tratando de tocar algo solido en la oscuridad, pero enseguida me doy cuenta que no he despertado y sigo ahí, sin poderme despertar aunque yo ya sepa que es un sueño. Y algo mas; El terror es que no recuerdo donde estoy dormido en realidad, y en que lugar exactamente, y me induce mucho miedo haberme quedado dormido en el acantilado y que en realidad me he caído al mar.
Así sueño una vez y otra, dentro de tantos sueños que me desvirtúan la tranquilidad, tanto es ese temor que he tenido que dormir en otro lado, tratando de engañar al pensamiento negro.
Y de tanto que pensaba llegó la última vez. Antes de que no volviera mas.
Fue cuando estaba sentado en la quebrada y me acorde de pronto que podría verle abajo, acercándose a las rocas, a plena luz del día, y las mismas rocas en su arrullo plañidero me gritaban liberando miles de años que quizá haya venido a esperarme, tantas veces sin saber de mi, sin provocarle miedo a nadie, miedo que le alimenta y lo hace grande, enorme tan gigante, tan inmenso y frío, como el frío de la noche, como el fondo sin final del mismo mar.
Mi mar. Que me meció, que me invento las sensaciones mas hermosas que jamas había tenido. Y que me concedió el terror mas grande, porque ese pensamiento negro aunaba la inquietud del miedo y la desesperación del día con la noche, el frío y el cálido reposo que ahora no bastaba para tener la paz, y parece que la oportunidad le habría los ojos. Y esa tarde le leí una prosa que invente a manera de ensoñación que dice:
“Parado, contemplo tu inmensidad, y te pregunto siempre, ¿cuantos años tienes tu ahí?, golpeando la roca, yendo y viniendo, esperándome, a veces furioso, a veces calmo.
En tu espuma hay reflejos de algo, ahí hay algo, tienes algo bajo ese manto de agua, algo hay como pensamiento de locura y muerte.
Pero también está el amor. Si ahí nace el amor, nace la vida misma, nace todo, hasta la idea que me atormenta siempre de existir, de ser parte de ti, de tu azul.
A veces siento que me esperasimpulsivo, y derrumbas todo sin que pueda verte, sin que haya vuelto, pero cuando vengoeres apacible, y me meces como tu hijo predilecto, ¿que tendrás mas allá en el horizonte que te guarda? Soy tan indefenso que me quedo ante ti mirando aquella tenue lejanía, tu existir azul brillante.
La vida, mi vida es tan corta comparada con la tuya, mi vida es solo alguna de tus olas, es solo un breve instante de tu existencia. Verte, sentirte vivo, tocar tus aguas, quedar sumido en ti, en tus adentros.
Morir contigo, estar en paz entre la espuma, y después soñar, soñar que nunca he de irme, soñar con peces grandes, quedarme ahí, seguir pensando en la idea de dioses, historias de barcos, sal, no se, en tu amor guardado, en lo que querras decirme, en lo que no escucho.
Cruzarte bailando, brincar las rocas, y de tus entrañas comerme el tiempo que me mata y te hace eterno”.
Así le hablaba al mar leyendo, cuando era solo mar, antes de que lo invadiera ese maldito pensamiento negro tan infame.
Porque esa vez en la quebrada, por abajo dentro el agua apareció rondando, hasta que llegó a las rocas, y era tan inmenso, tan terrible, que me quede muy quieto observándole.
Dominando el denso frío que se emula cuando el cuerpo tiembla.
Entonces recordé ese frío matinal que corta dando arañazos en el rostro, y su negrura tan terrible. Recordé también ese camino de regreso donde nunca encuentro a nadie, donde nadie aparece a esperarme. Y así estuve impávido, mudo, pasmado ante el mar, ante la idea del mar y su profundidad, su pensamiento negro y frio.
Así hasta que gano la noche y me fui con rumbo opuesto.
Regrese a los cerros centro en tierra donde el bosque es muy espeso.
Así pasé el invierno, sumergido en los recuerdos de ese mar azul, amante de los cielos pero frio en su profundidad de muerte. Y no volví jamas.
Y cuando me levanto muy temprano a caminar, siempre pienso que este frio es muy diferente, es tan lejano al mar, y es tan intenso que se siente duro y real y no te da tiempo de pensar ni de escudriñar el alba, no te deja relacionar el miedo que despierta en los abisales donde duerme el mar.
El precio que se paga por la soledad es el tiempo, solo el tiempo que relaja en soledad, cuando la soledad es digna de tenerse, entonces te haces viejo y taciturno entre el frio. Y sentado esperas aun aquella sombra que te dice que hay allá y de donde viene.
Porque a veces aunque no lo creas, algo dentro en ti te ataca tenuemente, y quisieras saber tan solo un poco si alguien, alguna vez ha visto el miedo sumergido dentro, muy dentro de mi mar.
En la mas enferma de las figuraciones nadamos en la vida, yo lo se. Tenemos la posibilidad de algo nuevo, de algo mas hermoso aun dentro de ese mar azul, pero tendría que vencer el miedo al pensamiento negro que alguna vez, no se cuando, tendré que ver.