Cae el sol en la solitaria Sudamérica
y allá tras la cordillera
dos monarcas combaten firmemente
con espada de plata y lanza de bronce.
Vibran los mares,
cantan las muertes,
merodean las tensiones y
las estrellas hacen su festín.
Belicoso combate,
¿Por qué escupes desgracias?
¿Será que las heridas no cicatrizan?
o ¿Será que la cicatriz no cierra la herida?
Alba cristalina nos entusiasma
con suspiros limeños y
piscos mapochinos
pero el estallido de la discordia aturde.
Oh miserables monarcas
¿Por qué han de pelear por un agitado mar?
si yo de mi vaso tengo
agua para saciar cualquier sed.
Arica y Tarapacá no lloren más
delito ustedes no han de tener
mas los infaustos nacionalistas
exorbitante delito han de morder.
Cae el sol nuevamente y con él, un milagro.
El combate murió y
allá en el imponente Pacífico
un vals criollo bailan los monarcas.