Me causaste muy buena impresión desde que te vi
me hechizaste con tus miradas asesinas
sin clavarme tus dagas hasta el fondo
me mataste con una respuesta rotunda
pero aún así yo te perdoné con todo mi ser.
Suelo venir aquí para escribir sobre ti
y para olvidarme de mi
esto es lo único que me queda,
mi tinta azul y mi silla coja,
esperándote como si no tuviera nada mejor que hacer