Nos volvemos a ver,
¿cuánto tiempo ha pasado desde la última vez?
No lo sé,
olvide la fecha en que mis ojos le sonrieron al calendario.
Mi tiempo se reduce
a cuan largo tengo el cabello,
a cuantos libros he devorado
acompañado sólo de un vaso de wisky
y un soñoliento cigarro.
¿Cuantos días?
¿Cuantas noches?
No lo sé,
solo sé que han sido noches inmensas,
noches interminables,
donde el alba por pena
al verme sus rayos esconde
mientras que el cómplice ruiseñor
en su plumaje guarda tu nombre.
Podría mentirte y decirte
que te estuve esperando todo este tiempo,
que te extrañaba y esperaba que regresaras;
dime que deseas oír
y quizás mis labios te complazcan.
Más callaré me era imposible conciliar el sueño
y cada vez que lograba hacer las paces con mi cuerpo,
allí aparecías en cada uno de ellos,
que comencé a fumar
para apaciguar la ansiedad de la ausencia de tu aurora,
que rompí los espejos de la casa
para que el reflejo de mi alma no me acordase a ti,
que rompí cada libro que con tus manos profanaste
y extirpe cada recuerdo tuyo de mi memoria.
Hoy solo eres una imagen infundada
de mi literatura barata,
sólo luz compuesta de alcohol, insomnio y cigarrillo.
Eres mujer y estigma
de mi alma herida,
eres piel que mis labios añoran rozar,
eres paraíso y pecado prohibido.
y yo un simple esclavo
de mi memoria y de tu olvido.
¿Cuánto tiempo ha pasado?
no lo sé,
el tiempo en mí
ya caducó.
Fito Baptista