Viniste a mi como agua limpia que arrastra el río
y te fuiste con toda el agua de tu arroyo,
llevando contigo a los únicos peces que me quedaban.
Supiste llegar a buen puerto,
pese a no seguir mis indicaciones,
pero ahora te perdí el rastro.
Perdí la esperanza de volverte a ver,
desde aquel 98 de febrero,
no se nada de ti.
Cruel vida,
infeliz amada,
dime donde te encuentras
que serás bien tratada.
Te acogeré en mis lunas de cristal
y en mis dunas de miel,
te libraré de todo mal
cuando el daño te lo haga él