Después de buscarnos por algunos años
y clamar al cielo para encontrarnos,
nos hemos hallado...
Yo soy como sueñan más de mil mujeres:
ardiente y romántico, de manos audaces,
valientes, inquietas, tenaces...
Con labios calientes, que buscan sedientos,
permanentemente, la fuente del beso:
¡esos otros labios, esa otra fuente!
Yo soy como quieren caprichosos sueños
de audaces mujeres
que, en las noches frías de sus soledades,
masturban sus cuerpos con sus propias manos;
pensando en las manos de algún extranjero
que abrazan sus mentes.
Es lo que yo soy y, exactamente,
sus sueños sin frenos, dibujan mi cuerpo;
y, en sus desvaríos, sienten que les entro
muy profundamente.
Yo soy ese hombre maduro y sin miedos
que produce el éxtasis; con quién, en secreto,
en sus cuartos, imaginariamente, copulan
las niñas, ancianas, casadas o viudas...
y las adolescentes.
Yo construyo sueños con mi poesía,
¡pues hasta eso tengo!:
me brotan los versos como una vertiente
que nunca detengo.
Yo invento paisajes y pueblo los bellos,
hermosos momentos que, aún a ojos abiertos,
entre suaves roces de labios y dedos,
consigo que habiten o viajen en ellos:
cualquiera que quiera, poblando mis brazos,
¡estar algún tiempo!
¡Y tú me has hallado!, entre mil mujeres:
¡a ti te he tocado!; y, precisamente,
tú eres una de ésas: ¡una en mucha gente,
las que poco se hallan y ¡no fácilmente!
Perfectas tus formas, tu andar de princesa,
tu alma primorosa, toda un recipiente
de amores deseosa y muy carente,
sensible y muy delicada,
como mariposa o pimpollo de rosa,
¡justo mi delirio!...
Tu boca: carnosa; tu piel: blanca y tierna;
tus ojos que, claros, reflejan al cielo;
sea gris, sea celeste, ¡y hasta, a veces, verdes!
...¡todo un continente para contenerme!;
...¡justo lo que quiero: mujer de mis sueños!;
tus manos tramposas, que siempre desmienten
las cosas que dices, y, que se complotan
con las mías... y hacen todo lo que quieren,
...¡ y no te obedecen!
Tú eres de esas que hacen lo que les conviene,
aunque no lo sientan; ¡voluntad de roca!,
que niega su boca a la otra boca,
aunque desespere y se vuelva loca;
tú eres una de ésas, ¡entre mil mujeres!
Yo soy esa ola milenial que bate,
con tenaz porfía, las piedras costeras;
y una a una gasta...
hasta transformarlas en muy fina arena;
con ritmo cantado... en un flash sonoro...
de un sin fin poema.
Tú eres esas piedras, ¡gigantesca roca!,
a la que mis manos, mi pene y mi boca
en lucha furiosa, caricias fogosas,
suaves o violentas, apurar pretenden
lo que es imposible... ¡consumirte toda!
Tú eres una de ésas, entre mil mujeres,
que pobló mis sueños, que inventé despierto;
que mi alma anhela, para mi consuelo;
y, aunque no lo quieras, te violento y puedo:...
¡y te quedas quieta!
... Después de buscarnos por algunos años:
nos hemos hallado:...
Yo soy como sueñan más de mil mujeres:
un vate que bate, impetuoso, tu puerta;
tú eres una de ésas, de las que hay muy pocas;
eres la princesa, reina de las locas,
semidiosas tontas que apenas entreabren,
al beber, sus bocas, aunque desesperen,
de sed, ¡casi muertas!
Nos hemos hallado: uno entre mil hombres,
una en mil mujeres...
eso, así nomás, no creas que sucede;
¿y no lo aprovechas?...
¡¿dices que no quieres?!
Cuando con mis labios, intencionalmente,
a los tuyos llego, pero no te tocan,
sino que mis pelos, del viril bigote,
apenas los rozan...
y paso mi lengua, mojando los míos,
haciendo que esperes que suceda, ansiosa;
fingiendo un desdén, sabiendo que quieres
que por fin lo haga;
y, aunque me lo niegues,
mi lengua termina buscando en tus dientes
¡y encuentra tu lengua húmeda y caliente!...
y juegan al beso... ¡y nos abandonan!
Pero tú consigues romper todo eso,
y yo no lo quiero pero al fin te dejo,
¡y lo mismo pasa si tenemos sexo!
... a veces consigo y hasta participas;
pero siempre es lucha, ¡y no siempre venzo!
Una en mil mujeres, estás combatiendo
una guerra que haces contra quién no debes,
ya quedando quieta, negando o haciendo
¡que este amor fracase!... y estás consiguiendo,
pues lo estás gastando... ¡y se está muriendo!
Uno entre mil hombres, con la vela al viento,
nave que desea encontrar un puerto;
ola que pretende, gastando las rocas,
llenar con arena mojada un desierto...
Deseos encontrados en el desencuentro,
...¡conflicto irresuelto!
Mujer: si te falta valor, ¡yo te presto!;
eso es lo que tengo, ¡sobrando en mi pecho!
¡Uno entre mil hombres, una en mil mujeres,
no debes perderlo!... ¡Mas, lo estás haciendo!...